Reseñas

Lo importante es despertarse

Lo importante es despertarse

mayo 8th, 2016

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LA ESCENA ESTÁ SERVIDA, La Plata.
Por Mariela Soledad Anastasio.

Sobre “The Good“.

Brecht decía que había que hacer un teatro para pensar. Pero para hacer un teatro para pensar, no había que olvidarse de entretener al espectador. Eso sucede con “The Good“.

Antes de que empezara la función, me sentía ávida de ver la obra y, en la butaca, frente a la escenografía por completo iluminada, me di cuenta de que el diálogo ya había comenzado. Irrumpe entonces un asistente técnico muy informalmente a pedir que apaguemos los celulares e invitarnos a disfrutar de la función, y es ahí cuando intuyo que ya estaba habiendo una conversación tácita.

Desde ese momento y hasta que terminó, un texto paralelo se entretejió en mi cabeza, con los hilos-estímulos que la obra iba proporcionando. Advertí que no podía callar esa voz. Que miraba y pensaba. Que miraba y me reía. Que miraba y recordaba algo. Miraba y conectaba inevitablemente con otras textualidades. Y no podría explicarlo mejor, pero la sensación es que me sentía feliz. Veía al personaje-actor moverse en el escenario. Y veía al actor y al personaje. Escuchaba al dramaturgo y pensaba en el texto, pero por momentos me abstraía y estaba por completo absorbida por la historia de este antihéroe, de ese ícono o retrato que se presentaba ante mis ojos como las botas del trabajador, retratadas por Van Gogh (la conexión es ésta: podemos pensar en todo lo que implica la vida de quien ha llevado esos zapatos, porque Van Gogh decidió pintar en primer plano sólo unos zapatos).

En “The Good” desfilan ante nosotros varios personajes, pero la obra se arma en torno a la vida del protagonista: un empleado postal, que acaso recordaba por momentos al cartero de Bukowski.

El empleado es el ícono o es el arquetipo. Es el hombre que nos hace pensar en todos nosotros. Es el hombre al que le “empiezan a pasar cosas”, y entonces algo se mueve. Un cambio se viene. Algo va a cambiar para siempre. Y es que ese es nuestro destino: mutar.

La intención de esta reseña es en principio muy egoísta: quería escribirla para mí. Durante toda la obra, como dije, fui construyendo un texto paralelo que se armaba con las palabras del autor, las mías, las de otros escritores, cineastas, y la de todos los retazos que se conectaban magnéticamente con el material que estaba presenciando. Y así venía Lynch, todo el tiempo y a cada rato. Me decía: “Este sería el teatro de Lynch”, pero la música no, la música es de las películas de Tarantino, y el cartero. Ese cartero tiene que ser el de Bukowski, y poco a poco las referencias se iban. ¿Qué importaban? Venían a decirme algo, pero eso no era lo importante. Lo importante, es como el protagonista, yo me iba dado cuenta de algo. A mí también me estaban pasando cosas.

Estaba entretenida, subyugada y a la vez estaba pensando. Todos los estímulos resonaban en mí de alguna manera y despertaban sensaciones, preguntas y algunas reflexiones. Y entonces me alegré porque todo eso me sucedía gracias a una obra de teatro.

A veces está el prejuicio de que “lo que es para pensar, aburre”. (¿Se puede no pensar?) Lo opuesto entonces sería “entretenerse, pasar el rato”, pero vaciado de sentido. Vacío. Pero yo me fui colmada de pensamientos y en ningún momento me aburrí. Pensé después que esto tenía que compartirlo, esta experiencia.

Hoy tengo la suerte de poder hablar en radio. Alguien del otro lado va a escuchar. A alguien de otro lado voy a contagiar para ir a ver esta obra, u otra. Lo importante es animarse a la experiencia. Sentarse a dialogar con estímulos diferentes, novedosos, a los que tal vez no estamos acostumbrados. Lo importante es cambiar, porque como dicen en “The Good“: “Están pasando cosas”, y todo eso, inevitablemente nos llevará a algún lado. Tal vez a cumplir nuestro destino.

Lo importante es despertarse.

ENLACE: laescenaestaservida.com.ar/LoImportanteEsDespertarse

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