Reseñas

La del cepillo de dientes

La del cepillo de dientes

junio 21st, 2015

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LA ESCENA ESTÁ SERVIDA, La Plata.
Por Casper Uncal.

Sobre “El cepillo de dientes o náufragos en un parque de atracciones“.

El humor, ya lo hemos dicho, tiene una lógica capitalista. Agota sus recursos y debe buscar nuevos constantemente… como los mendigos de “La ópera de dos centavos”, que deben renovar sus trucos para apiadar los corazones cada vez más endurecidos de los ciudadanos. Los costos de producción de humor suben y ¡ay! en nuestra época la vara está muy alta…

Aunque las etiquetas, como dicen los personajes de Pedro Velázquez, “son para los frascos de mermelada”, no escapemos a ciertos rótulos. Tomemos un posible absurdo de los años ’60… ¿cómo encarar ese género en la era post-Family Guy? ¿Qué elementos de un texto ya arcaico pueden sobrevivir, y qué nuevos parámetros precisamos insertarle? La puesta del grupo “Da Capo” de “El cepillo de dientes o náufragos en el parque de atracciones” elige un camino y toma muchas decisiones, lo cual es meritorio. Notamos en ellos la diferencia entre ser “cómico”, profesionalismo que puede devenir en la risa incluso sin buscarla, y “hacerse el gracioso”, actitud oportunista de la que están exentos.

Es una propuesta clara. Prolija. Elaborada. Entendamos también cómoda de ver, sin mayores sorpresas, fácilmente digerible. Eso no debería hablar mal de esta versión del texto de Jorge Diaz, ya que la dirección de Javier Cardini demuestra saber lo que hace, su manejo del timón conduce la nave de la obra a un puerto seguro. Nos convence de estar anclada donde quiere. Más que dos náufragos perdidos en un revuelto océano de posibilidades escénicas, nos muestra un recorrido por el “túnel del amor” de un parque de diversiones: nos lleva por un canal de aguas calmas en un bote colorido, a salvo de inesperadas olas de delirio grotesco. Un viaje simpático.

Algunos preferirán una aventura excitante. La adrenalina de alejarse del texto (de liberar los cuerpos y potenciar la interacción con el otro, con el espacio, con los objetos) aparece, pero se hace desear. En una obra que no es corta, los momentos de juego escénico (entre otros muy atractivos: el chat sinecdótico del teclado compartido, el sexo fetichista, muebles de por medio) llegan como recreos permisivos en una puesta que en general dosifica metódicamente las situaciones, que deja claro que no llevará a un extremo sus ocurrencias.

Los actores Agusta Bermúdez y Nacho Pereyra León, que encarnan sus roles con correcto profesionalismo, tienen una frescura que les deja escapar (en forma de gestos, pausas y alguna onomatopeya) gags inesperados, quizás espontáneos, que no explotan pero muestran poros de complicidad en la firme estructura de la obra. Ocasionalmente se ponen oscuros, realistas, perturbantes, demostrando que su gama de recursos actorales es más amplia de lo que vemos. Luego se vuelve siempre a un tono que contiene demasiado al espectador. Claro que eso funciona: el público ha disfrutado las escenas y puede seguir su vida sin alterar una mirada convencional sobre el entretenimiento, reforzando su mirada sobre un teatro que quizás provocó en su época y ahora es cotidiano. Podemos reutilizar en este caso las metáforas y frases típicas sobre la incomunicación en la pareja, las relaciones vacías y otros temas sobre los que cuesta mucho sacudir el piso de la zona de confort.

Funciones: jueves de junio a las 21:30 en Teatro Estudio (3 entre 39 y 40).

ENLACE: laescenaestaservida.com.ar/LaDelCepilloDeDientes

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