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Viajar sin moverse de la silla

Viajar sin moverse de la silla

noviembre 13th, 2017

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IARIO EL DÍA, La Plata. 10/11/2017

Es la propuesta de “La isla desierta”, espectáculo que prescinde absolutamente de la visión apelando al sonido, el olfato y al tacto para narrar su aventura arltiana.

 

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Por tercer año consecutivo, Grupo Ojcuro, compañía referente de Teatro Ciego en el país, cerrará su temporada artística en La Plata con nuevas funciones de “La isla desierta”, de Roberto Arlt, los sábados a las 20 y 22 en Teatro Estudio, 3 entre 39 y 40.

Adaptado y dirigido por José Menchaca, el espectáculo está ambientado en la oficina portuaria que describe el autor, y es el inicio de una odisea fantástica en la que el espectador no sólo se encontrará recorriendo exóticos destinos y conociendo curiosos personajes sino que, además, e involuntariamente, se transformará en un pilar más de la propuesta por el mero hecho de estar ahí donde la magia sucede: en el escenario.

La propuesta concreta del Teatro Ciego tiene como principal característica la ausencia total y absoluta de luz a lo largo de todo el desarrollo de la pieza teatral, estimulando fuertemente otros sentidos: aromas, sonidos ambientes y sensaciones en la piel son nuevas herramientas del relato que hacen nacer en toda su potencia el poder de la imaginación.

Por eso, para los que nunca han sido parte de un espectáculo de estas características y piensa que siquiera a contraluz podrán ver algo les decimos que no: no verán ni la punta de su nariz.

“Es difícil pensar en la oscuridad más absoluta, asociada a la nada misma”, dice José Menchaca, creador de la compañía en 2001, y asegura que eso, en principio, es lo que hace más interesante a la propuesta que, más que un hecho teatral, podría definirse como toda una experiencia en sí.

“La experiencia, para el espectador, comienza al ingresar a la sala, formando una fila, tomados de los hombros de otros espectadores que no conocen, en un cuerpo a cuerpo solidario para poder entrar a la oscuridad y llegar a sus butacas. Una vez allí, sorprendido por la oscuridad, el espectador se siente solo, aunque esté acompañado, y comenzará a tratar de descifrar cómo es la sala, cómo están dispuestas las butacas, por dónde fue que entró. Al no encontrar respuestas, tal vez lo invadan algunos fantasmas, que solo están en sus cabezas, pero eso será sólo hasta que escuchen el primer sonido que da inicio a la obra: allí todo cambia, la incertidumbre deja paso a la imaginación y la magia del teatro ciego comienza, aunque la experiencia comenzó antes”, explica el director.

REFLEXIÓN

La propuesta sirve también para reflexionar sobre la diversidad, y el espectador aunque sea por un rato podrá sentir algo mínimamente parecido a cómo es la vida sin el sentido de la vista incorporado a la cotidianeidad.

“Los actores ciegos me cuentan que la vida de un ciego no se parece a la experiencia del espectador, porque la persona ciega se mete en la vorágine del mundo sin ver, desde hacerse el desayuno a la mañana, caminar por la vereda, tomar un colectivo, ir a estudiar o trabajar, todo en un mundo sin accesibilidad; a diferencia del espectador de Teatro Ciego al que le proponemos un mundo que se mueve alrededor suyo sin riesgo alguno. De todos modos, es verdad que podemos reflexionar sobre ‘cómo ven los ciegos’ ya que este mundo se puede ver de muchas maneras”, destaca el director.

En la misma línea, y a diferencia de otras compañías que emplean esta técnica escénica revolucionaria, Grupo Ojcuro presenta un elenco mixto entre actores que ven y otros que no, siendo estos últimos, para Menchaca, un ejemplo de admiración. “Son personas que no se dejan vencer ante una dificultad, su valentía a encarar el mundo día a día, en el plano artístico, su sensibilidad a los sonidos, aromas y manejo en el espacio es admirable”, reconoce.

En estas casi dos décadas, es inevitable que la técnica se haya ido depurando. Según cuenta el director, es el segundo elenco que presenta el Grupo Ojcuro desde sus inicios, algo que sirve para seguir consolidando el espectáculo. “Cada actor imprime su sello, hace suyo el personaje y lo transforma a su forma de ver el mundo o de cómo siente que cada personaje ve el mundo; mejoramos efectos y fuimos aprendiendo de los espectadores”, confiesa Menchaca.

“La isla desierta”, que lleva 17 años de funciones ininterrumpidas en el porteño Centro Cultural Konex, se ha transformado en la nave insignia de la compañía. Para su director, el éxito radica en todas las posibilidades que ofrece la obra de Roberto Arlt.

“Siempre digo que nuestro éxito arranca en el hecho de estar parados sobre un texto increíble, siempre actual, aún cuando fue escrito en 1937. Es divertido y profundo, irónico y dramático, y creo que todos somos un poco algún personaje de esa oficina o conocemos a alguien así. Roberto Arlt es para mí el escritor argentino que mejor retrata al hombre urbano, con su soledad, sus miserias y anhelos, una problemática que aún persiste en la era de la comunicación: la soledad online”.

“ La experiencia, para el espectador, comienza al ingresar a la sala”

José Menchaca,

Director

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